La rebaja de comisiones que ultima Europa para las tarjetas de crédito corporativas corre el riesgo de provocar efectos contrarios a los buscados. Quiere reducir al 0,3% desde el 1,5% medio su tarifa interbancaria para abaratar la tasa que abonan los comerciantes al banco cada vez que una empresa las utiliza para pagar sus compras.
Una parte de las entidades financieras perderían 645 millones de euros en ingresos con el ajuste, pero, si sucumben a la tentación de compensarlo con el cliente situado al otro extremo del entramado, sobre las pymes se cierne la amenaza de soportar una subida en la cuota anual de su tarjeta de hasta el 81% o 20 euros al año.
Son conclusiones de un estudio elaborado por Deloitte por encargo de Mastercard en un intento de doblegar la decisión de Europa, en el que alerta del desencadenante de un efecto dominó donde la merma de ingresos y deterioro de márgenes iniciales de la banca se trasladará a las tiendas que desea favorecer, perjudicando de forma directa y grave a las pymes.
La tesis se asimila a la situación vivida en España. El Gobierno redujo las tasas interbancarias del 2,75 al 0,7% entre 1995 y 2012. Se estima que el comercio ahorró más de 4.000 millones, pero la cuota anual del ciudadano de a pie se ha más que duplicado. La rebaja afecta a las tarifas intrasistema que se cobran entre sí el banco emisor del plástico del cliente y el que instala el lector o TPV en los comercios para repartirse los costes e ingresos del proceso. Su efecto es, sin embargo, directo a la comisión soportada al final por las tiendas, hasta servir de suelo en el 70% de dichas tasas, estima Bruselas.
Tarjetas de negocios
En las empresas, la penetración de las tarjetas de negocios es pujante por su utilidad como herramienta para controlar los pagos del personal, a la vez que permiten evitar retrasos en el abono de sus facturas o compras apoyándose en las líneas de crédito asociadas al plástico. En 2013 se utilizaron para sufragar transacciones por importe de 212.000 millones de euros en el conjunto de la Unión Europea y 106.000 millones las hicieron pymes, en las que la consultora centra el estudio.
El texto inicial del Reglamento Bruselas circunscribía el drástico recorte a las tasas de intercambio en tarjetas de crédito y débito para particulares. La industria de medios de pago se sobrecogió en marzo cuando los eurodiputados decidieron extenderla a las tarjetas de negocios e intensificaron su actividad de lobby en un último intento por suavizarlo. La enmienda del Parlamento obliga a consensuar las novedades con el Consejo Europeo, añadiendo un retraso adicional al que ya encara. La tramitación se ha visto interrumpida con la disolución de la Cámara por la celebración de las elecciones europeas. Aún así, es factible cerrarlo antes de fin de año si ambos correguladores sintonizan con el contenido.
El estudio encargado por Mastercard es previo, síntoma de que el riesgo sobre volaba. Fechado en noviembre pasado, el informe defiende que las tarjetas corporativas generan 9.300 millones en beneficios netos al conjunto de actores involucrados en Europa: banca, pequeñas y medianas empresas y comercios frente al pago en cash, cheques y transferencias electrónicas. Es el resultado generado por la recaudación para el sector financiero en comisiones, unas ventas para el comercio difíciles de cerrar de depender de que el consumidor lleve efectivo suficiente encima o disponer de una línea de crédito para empresa, menos los costes por usarlas, la inversión de la banca en el sistema o los quebrantos causados por las operaciones irregulares.
El 70% del beneficio total lo disfrutan las pymes y comercios, gracias al negocio inducido, la transferencia de riesgos de fraude a la entidad financiera o un mayor control de los costes, entre otros múltiples impactos. En España se residenciaría un 6,1% del beneficio global estimado para la UE. Deloitte lo cifra en 574 millones anuales: un 19% en favor de las pymes (110 millones), el 49% para los comercios (321 millones), mientras que el banco emisor de la tarjeta y el que instala el terminal lector de la tarjeta en la tienda se repartirían 143 millones o el 32% restante.
Pérdida del 80% en banca
Si la tasa de intercambio baja al 0,3% como aprobaron los eurodiputados, los bancos emisores de tarjetas perderían el 80% de los ingresos que les generan, haciendo imposible de mantener idéntico nivel de derechos y ventajas para empresas y comercios. Dicha tasa varía hoy desde el 1,4 al 1,9% en los siete países analizados por el informe, y parte se revierte para proporcionar diversas ventajas a las tarjetas como favorecer la financiación. La facturación directa por la tasa de intercambio se desplomaría, en concreto, desde 806 a 161 millones de euros, y el margen colapsaría un 35%, desde 1.867 a 1.222 millones. Cercenar así la recaudación expone a una posición debilitada a las pymes, con riesgo de que se le aplique una subida dramática en sus comisiones, el banco escatime la concesión de tarjetas en función de su ámbito de negocio o tamaño, o, incluso, recorte la financiación inherente al plástico, concluye el informe.
El efecto esperable es una retracción del uso si esa mayor carga se materializa. Y en una tesitura así, los comerciantes se enfrentarían a la amenaza de perder 1.000 millones en negocio, que en sí ya excede a los 848 millones en ahorro directo que se derivaría de la disminución de comisiones, estima la consultora. Para el cálculo considera una hipótesis donde las pymes menguarían un 40% su utilización. Un segundo impacto sobre el que alerta Deloitte es la pérdida en hasta otros 372 millones de los beneficios de crédito que incorporan estos medios de pago especializados para empresas y comercios.
Fuente: eleconomista.es